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Pacto de Fuga: Una historia increíble de suspenso Hollywoodense

El periodista Gino Solari, master en guión y edición de cine, analiza esta semana la película "Pacto de Fuga".

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Gino Solari

La “Operación Éxito” fue uno de los hitos más increíbles en la historia carcelaria de Chile. 49 presos políticos condenados por el atentado a Augusto Pinochet y por la frustrada internación de armas en Carrizal Bajo escaparon de la antigua cárcel pública de Santiago en enero de 1990, cuando la dictadura militar en Chile estaba en el ocaso, el “No” había triunfado y se avecinaba la vuelta a la democracia. Esta historia es la que narra el director David Albala, en su obra Pacto de Fuga.

Esta adaptación se gestó gracias al testimonio de Raúl Blanchet, quien fuera el líder de esta huida, que consistía en construir un túnel de 80 metros de largo, esconder 56 toneladas en el entretecho y sacar por subterra a todos los reos que se pudiera.

Pacto de fuga es una película de acción y suspenso, principalmente. El suspenso que entrega es de la mejor escuela: Hitchcock. Se logra palpar con toda claridad en las secuencias de allanamiento y en el escape final. Además, encontramos el concepto de “McGuffin” en los cigarrillos cubanos que aparecen en la historia y que, gracias a ellos, uno de los protagonistas descubre que existe un soplón de la dictadura entre ellos.

La reconstrucción de la persona y la lucha para conseguirlo es un punto fuerte en este filme, que tiene guiños a varias películas, como El Gran Escape (1963) –el juego con la pelota del preso Raúl Jiménez(Roberto Farías)- o Shawshank Redemption (1994) – el agujero escondido con la foto de una mujer- incluso a Perros de Reserva (1992), con el plano contrapicado desde el agujero hacia los presos.

El director utiliza planos cenitales para explicar contextos, travellings pausados, transiciones largas al estilo “clip musical” que muestran el paso del tiempo y no duda en usar la cámara a pulso para generar ritmo en las escenas de mayor conflicto. Los planos en conjunto son perfectos, como también la postproducción de los planos del túnel y su detallada dirección de arte. Pero, existen algunos errores de rodaje y montaje, como saltos de eje en la conversación del doctor Patricio Velásquez (Eusebio Arenas) con su padre, y cambios de plano poco naturales en la conversación de Raúl Jiménez y su esposa Paulina (Francisca Gavilán).

Pacto de Fuga es una buena experiencia. El guion tiene una estrategia que funciona bien en el cine Hollywoodense: hay dos protagonistas que no se caen bien, pero deben trabajar juntos. Pero, sí tiene algunos problemas de guion. Esto se deja entrever cuando se desarrollan las historias de los personajes que, de forma forzada, se explora en sus pasados, y en los diálogos dialécticos poco creíbles entre presos y gendarmes, cuando la idea era no llamar la atención.

Los actores formaron cada historia con método, es decir, “desde adentro”. Se destaca Benjamín Vicuña, con una actuación mas en línea con Dustin Hoffman en Papillon (1973) que de Steve McQueen en El Gran Escape (1963). Además, Vicuña sufrió la pérdida de su hija hace unos años y vuelve a revivirlo en este filme de género. Roberto Farías, Amparo Noguera y Francisca Gavilán son extraordinarios, de la elite de actores nacionales, y cada vez que salen en pantalla no decepcionan.

Pacto de Fuga tiene un gran final, no sólo porque los protagonistas lograron el objetivo, sino por el homenaje a Raúl Blanchet en los planos finales, cuando Jiménez observa su nueva identificación, con el nombre del verdadero protagonista de la historia. Este filme es una buena noticia para el cine chileno, que va subiendo escalones a pasos agigantados. Hágase el favor y véala

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